Suplemento Señales / La Capital – 06/02/11 / Yesterday Rozarte / Centro Cultural Parque de España.
Mapas para no perderse
Marcela Römer
Participar en un grupo puede ser como un viaje de ida. La adicción perpetua a qué se hace y cómo, con los méritos de la opinión de pares en consenso, o disenso, es como intentar escalar el Monumento Nacional a la Bandera: una extraña proeza.
Los ex integrantes de Rozarte se muestran hoy desde sus producciones contemporáneas. En sus vidas ha sido una constante la creación artística individual a pesar de haber pasado por éste y otros grupos. El ayer suele categorizar el hoy, siempre y cuando, al hacerlo, sienta la frescura de que lo pasado es pisado, y que cuando lo he pisado no he ajado ninguna frágil margarita.
Dieciséis artistas se muestran con sus expresiones categóricamente conceptuales definiendo sus individualidades extremas. En un hoy sin grupo pero con arte, todos los artistas se autodesafían en la búsqueda de un presente que los defina, siendo lo que son sumando a lo que fueron.
Lo contemporáneo
Aquí no hablamos de pasado, sólo de presente perfecto. Es un hoy que nos dice: esto es arte contemporáneo. ¿Usted cree lo mismo que nosotros?.
Los soportes no importan, si las ideas. En un ping pong conceptual, todo lo que se ve, se escucha o no puede tocarse (son obras de arte) compromete al espectador en un núcleo insistente de artistas que ejercen presión para no silenciarse.
La fiesta es una expresión popular donde todos, de cualquier pelo y señal, contraen el compromiso de la diversión. En medio de esa proeza sienten que sus cuerpos construyen sensaciones de la teoría de los conjuntos: intersecciones, acomodamientos o yuxtaposiciones. Este conjunto de individuos artistas sigue pensando que el arte es una fiesta, que si no hay un poco de diversión consensuada la cuestión del concepto no sirve. Y que pensamientos mediante, e investigación técnica fluctuante: o te vas haciendo artista, o pereces en el intento.
La contemporaneidad suele ser una cosa seria, existen elementos yuxtapuestos, hay ejes de discusión conceptual, el termómetro de la técnica suele estar al rojo vivo, las instalaciones pelean a los objetos de arte y las pinturas quieren morir. De esto, y más, es de lo que nos hablan las propias obras.
Suponer que haber pertenecido a uno de los grupos más importantes que tuvo Rosario a finales de los 80 y principios de los 90 es come ser hoy un bronce estancado en el tiempo, es sacar conclusiones muy apresuradas.
El arte no posee tiempo cierto, es una construcción teórica que se pelea con si misma al tiempo que ejerce operatorias legitimadoras de constante abducción de las ideas. Edificar en el disenso es arriesgarse a que lo que se supone es una conclusión puede llegar a ser otro comienzo.
Estos artistas ven lo que tienen que ver e ignoran lo que no desean. La decisión de ser artistas fue tomada hace ya mucho tiempo, cuando lo que estaba en juego para tal proeza significaba una idea de fiesta interior que conjeturaba con la incontenible precisión de que sí o sí se debía hacer lo que advertía una cierta fuerza interna.
Hoy esa certeza no ha variado demasiado. Si lo ha hecho el eje conceptual grupo hacia la tangente, del mismo orden, individuo, ambos productores de arte. Eje y tangente son vectores necesarios para elaborar un mapa de situación, sin él es posible que el entramado general nos confunda y turbe.
Yesterday Rosarte es eso: la tangente que determina que siempre hay que estar armando un nuevo mapa. Para no perderse, para saber qué hacer.
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